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Siembra de agua en «La Cosecha del Futuro»

En la comunidad de Masojcancha, distrito de Paccha (Jauja), un agrónomo todavía no completa su siembra de agua, pero ya está cosechando los frutos de su esfuerzo de 11 años por convertir en muy productivo el suelo de un cerro. Con terrazas agrícolas hechas con piedra y tierra, y con zanjas de infiltración complementadas con árboles nativos, ha logrado almacenar agua en pequeñas lagunas artificiales.

LA COSECHA. El agua queda almacenada en lagunas artificiales artesanales y servirán para el riego de plantas y bebida de animales

El agua se siembra en las alturas aprovechando la ladera de dos cerros que se juntan, con tierra, colocando piedras, haciendo zanjas y plantando árboles nativos. Y después se cosecha. Más agua que puede servir para las vacas, para regar los pastos o para beber. Así, durante once años, el agrónomo César Dávila Véliz ha logrado convertir un cerro pelado en un completo ecosistema verde, donde además siembra tarwi, una leguminosa propia de los Andes Centrales que contiene de 41 a 51% de nutrientes, útil para niños y mujeres embarazadas.

CERRO VERDE. Plantación de árboles nativos como quinual, pino, ceticio, colle y otros pueblan un cerro de Masojcancha

El suelo, especialmente la de los cerros de la sierra, cuando carece de protección contra la erosión de las lluvias, el agua arrastra el limo y poco a poco la deja desnutrida, estéril para producir alimentos, y sin valor.
“Los terrenos no tienen valor porque no tienen agua”. Bien lo sabe el agrónomo Dávila. En el 2001 compró 20 hectáreas de terreno en la comunidad de Masojcancha, distrito de Paccha (Jauja), de donde es oriundo, a 10 céntimos el metro cuadrado. “Ahora cuesta más”.
El terreno se ubica en una pendiente. Al ingresar en ella noto la diferencia. En un predio colindante unos campesinos están aporcando sus sembríos de papa, pero no hay árboles ni sistemas que las protejan de la erosión. En cambio, el fundo La Cosecha del Futuro, como Dávila le ha llamado a su proyecto de siembra de agua, está rodeado de pinos y dividido con colle, ceticio, quinual, mutuy, ágabe, todas pantas nativas.

EL ARTÍFICE. Agrónomo César Dávila Véliz lleva 11 años en su proyecto de siembra de agua

“El quinual evita le erosión”, explica Dávila. Luego, observa unas moscas azules escondidas en las hojas de un arbusto y, dice, “el colle ya no”. “Es lindo pero tiene bastantes zigarrillas. Esta plaga ataca a las plantas. Tal vez lo cambie por Pachasalvia”. Su método de ensayo y error lo lleva a experimentar los cambios que ocurren cuando introduce algunas especies forestales.

“Pero los árboles –me explica mientras bajamos una ladera pedregosa– sólo son el complemento de la siembra de agua. Las tareas principales son las terrazas y las zanjas de infiltración”.
Las terrazas son unas estructuras hechas con piedras, alineadas en forma circular, siguiendo la forma que impone el cerro, de manera horizontal, nunca vertical. En ellas están sembrados los árboles nativos. Su principal función es evitar la erosión.

TARWI. Un campo de tarwi, una leguminosa nutritiva conocida como “la soya de los Andes”

Después de la terraza hay una zanja a manera de acequia, también en forma circular, que acompaña la terraza. Son las zanjas de infiltración, que en conjunción con las terrazas evitan que el agua de las lluvias descienda en forma vertical y más bien provoca que se infiltre en el subsuelo. Y entonces la humedad de la superficie dura más tiempo.
“Si derramamos agua de un cilindro, sin las terrazas, el agua va a llegar al río en cinco minutos. Pero con las terrazas, también va a llegar al río, pero en tres meses”.
Sólo que más abajo, también aprovechando la forma de la montaña y la humedad, Dávila ha construido un pequeño andén de siete niveles, donde ha plantado diversas variedades de tuna y algunos eucaliptos que ya están cerca de la floración. Planea instalar panales de abejas para producir miel.
¿Y la cosecha? Al final de una de las laderas del cerro del fundo observo agua almacenada. Se nota que tiene varios meses o años porque han crecido algas y otras plantas acuáticas. En una parte donde la quebrada se estrecha, Dávila ha puesto tierra y piedras. Fue suficiente para que se forme el ojo de agua. “Es una cadena de nueve micro lagunas artificiales y voy hacerles algunas islitas”, se proyecta el agrónomo.
Se siembra agua y se cosecha tarwi (conocida como la soya de los Andes), papas nativas (en el fundo hay más de 50 variedades), hongos comestibles que crecen junto a los pinos, mashua negra y más agua.
Ahora que lo sabemos, podrán replicarlo otras comunidades para mitigar el cambio climático que amenaza con dejarnos sin reservas de agua.

3 respuestas a «Siembra de agua en «La Cosecha del Futuro»»

Felitaciones al ing. Cesar Davila por este empeño, que sin duda sera de gran utilidad, tengo conocimiento que esta gran labor la esta compartiendo con la gente de la zona, enhorabuena,las generaciones futuras tambien se lo agradeceran.
Atte. Roberto Osores.

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